martes, 6 de octubre de 2009

Ante la duda (Acuse de Recibo)


Yo, a estas alturas, no abrazo ideas; sólo personas.


Apenas hablo en voz alta, no sea que me escuchen, ni declamo, autocomplaciente, palabras que adormecen, calman y acarician a oídos sedientos, cobardes. Me basta con demostrarme a mí mismo.


Si me asomo al espejo no es más que con la intención de saludar el paso del tiempo, de buscar otra mirada, con la mirada del reflejo.

Apenas sé dónde está mi ombligo.


No acudo a fiestas a las que hay que ser invitado y mi pasaporte, caducado, nunca fue sellado por agentes corruptos de adunas en ninguna ciudad de Oriente Medio.


Soy torpe con las lenguas de los hombres, perdonadme, pero diestro en las lectura de los cuerpos.


No soy capaz de hacer daño ni aunque esté mi vida en juego; mi aguijón, embotado, suele andar clavado sobre mi concha, supurando cierto líquido viscoso que el tiempo me ha enseñado a ocultar con la capa zurcida con retazos hallados en esta travesía.


Nunca oposité a judicaturas y, por ello mismo, mi condición peregrina ha legitimado esta propensión a maldecir circunstancias, instituciones o determinantes, en ningún caso personas.


Yo sé bien que este yo no es más que un requerimiento gramatical, gracias a todo no soy anglosajón, y pertenezco a esta estirpe de quienes conjugan el verbo ser no sin cierta sonrisa irónica o añorante; lo mismo da.


Soy quien se muestra altivo ante los acontecimientos, mira cara a cara; dueño de mi conducta, sumiso a mis decisiones, editor de mis memorias y disidente de esta decadencia que llamamos nuevos tiempos.


Soy el de la fotografía, un cúmulo de píxeles manipulados; la imagen bizarra de un empaste impreciso, diluido y atrapado en lienzo.


Soy carácter, un rayo estridente de luz sobre un poliedro de aristas siempre e inevitablemente imprecisas.


Yo soy el bao de la mañana, que emerge de los sumideros de un parquin, cualquiera, soterrado; la sonrisa nocturna del vecino fumando tras la ventana de madrugada; soy quien marcial y complaciente saluda cada noche sin tropezar con el empedrado; esa sombra que proyecta tu farola.


Sí, eso, creo, soy yo.



[ ... für die Menschen wach. ]