lunes, 18 de octubre de 2010

Jaque mate


Ya he visto repetidas veces esta disposición de las piezas sobre el tablero; con sólo dos movimientos las blancas ganan. A partir de este punto, inevitablemente, siempre ganan.


Yo puedo demorar la agonía y proteger a mi rey sacrificando este arfil, mi más leal guerrero, que siempre hace estragos entre sus filas mientras mis obedientes peones tratan, siempre, también, sin fortuna de alcanzar el extremo del tablero.


Pero es inútil, su rey siempre se enroca, apenas da la cara, y su reina es como una mantis religiosa, embaucadora, mientras da muerte a mis caballos abriendo mis filas y desatando una carnicería en el centro mismo de mis defensas.


A estas alturas de la partida, ya no hay marcha atrás y ya sólo nos queda la gesta o la renuncia: la rendición.


Debo pensar muy bien cuál de ha de ser mi próximo movimiento, puesto que mis horas están contadas y sólo me resta dilatar este tiempo de agonía con cierto final.


No hay alternativa, he barajado todas las posibilidades; mis torres han caído, los peones agonizan fuera del tablero y mi único caballo yace amputado sin ningún margen de maniobra. Nunca he sabido manejar a mi reina, una de las primeras piezas que abandonan el tablero en mis partidas, como si pudiera presentir el momento seguro de la derrota.


Hagas lo que hagas las blancas darán jate al rey, en dos movimientos si no sacrificas a tu arfil; unos cuantos más si te revuelves, ya sabes, como tú solo sabes hacer.


Sonrríe.


Ya está.


Tu arfil ha caído, amenaza con tu último caballo a su rey, que presienta su aliento, que al menos se manche de sangre.


Hecho, pero apenas titubea; ya ha dado muerte a ese caballo.


Repliega esos dos peones, trata de sacar de ahí a tu rey.


Es lo mismo, aquí o allá…


No, no es lo mismo; nosotros siempre jugamos a perder pero nunca vendemos a cualquier precio nuestra derrota. Echa a ese peón del tablero. Muy bien. Ahora haz retroceder la torre y no pierdas de vista sus ojos, oblígale a hacerlo de frente, cuando te aseste el golpe mortal.


Jaque mate.